Kuri mueve ficha: el tablero en llamas

Kuri mueve ficha: el tablero en llamas

Por Raúl Reyes Gálvez

“Kuri encendió la guerra antes de tiempo, pero olvidó que en la política, como en el ajedrez, no sobrevive quien ataca primero, sino quien sabe esperar.”

El 24 de mayo de 2025, mientras la ciudad almorzaba, Mauricio Kuri encendió su propio fogón de batalla. No fue un discurso técnico ni un llamado institucional. Fue un grito de guerra, una consigna encendida: “¡No voten por Morena”. No fue estrategia política: fue impulso. Una jugada emocional, sin cálculo ni contención, que anticipa el tipo de contienda que viene: una guerra sin reglas, sin tregua, sin brújula.

Desde la teoría de juegos, Kuri ha sacrificado su neutralidad institucional para despertar a su base panista. Pero lo ha hecho sin consolidar el terreno, sin operadores estratégicos, sin una narrativa cohesionada. Ha salido al ruedo como un general sin ejército, como un jugador que abre la partida con su reina y deja descubierto a su rey. Lo hace, además, cuando el ejército panista está en llamas: cuando las corcholatas azules se devoran entre sí en una guerra interna, donde la ambición personal ha sustituido al proyecto colectivo, exhibiendo la debilidad política del PAN.

Ese grito no fue solo una declaración: fue un error de cálculo. En el tablero de Sun Tzu, la victoria no pertenece al que golpea primero, sino al que domina el ritmo, conoce el terreno y vence sin combatir. El movimiento de Kuri, más emocional que táctico, revela ansiedad. No es el rugido del líder consolidado, sino la señal de alarma de quien siente el terreno temblar bajo los pies.

En política, como en el ajedrez, no se ataca sin leer al adversario. Claudia Sheinbaum lo sabe. Ella no grita, susurra. No provoca, insinúa. Da batalla en tierra con programas sociales, y avanza en las profundidades del algoritmo con su narrativa política. Desde la presidencia, no ha necesitado responder con estridencia: durante su conferencia matutina, calificó como “poco afortunado” el llamado del gobernador y lo tachó de inapropiado y no adecuado para el contexto político. Fue una declaración breve, firme y cargada de sentido institucional. Sin confrontar, marcó distancia. No solo con la frase, sino con la forma de entender el poder.

Kuri, al contrario, ha optado por incendiar el tablero en lugar de construirlo. Sin una estrategia clara de comunicación, sin liderazgo unificador, sin control del mensaje, ha expuesto las fracturas internas del panismo queretano y ha dejado entrever el vacío detrás del grito. El riesgo es claro: lo que pretendía ser una demostración de fuerza se ha transformado en una muestra de flaqueza.

Y es que las preguntas surgen con fuerza: ¿Por qué adelantar la guerra cuando el terreno aún no está consolidado? ¿Por qué exponer la fragilidad de un partido sin cohesión? ¿Por qué declarar una batalla externa cuando se libra una guerra interna sin tregua? ¿Por qué renunciar a la mesura cuando el momento exige silencio, observación y lectura de contexto?

El tablero político de Querétaro se encuentra en un momento de redefinición. Morena, a pesar de la carencia de liderazgos fuertes locales, con el impulso federal avanza en silencio, con los claroscuros de los programas sociales, con un discurso nacional emocional que conecta con lo cotidiano, mientras el PAN se desangra en sus propios forcejeos por el poder. Lo que Kuri detonó el 24 de mayo no fue una movilización, sino una implosión. En vez de proyectar unidad, proyectó necesidad. En vez de marcar la agenda, evidenció su pérdida.

La figura del lame duck —ese líder que pierde autoridad antes de concluir su mandato— se cierne sobre su figura. Al abandonar el lenguaje de Estado para adoptar el tono de campaña, ha dejado de ser gobernador para convertirse en agitador. Su legitimidad se erosiona no por sus opositores, sino por su propia prisa.

Y mientras Kuri declara la guerra, Morena teje alianzas, estructura territorio, construye relato. Con un PAN desgastado y un gobernador sin narrativa propia, el partido en el poder federal ha encontrado terreno fértil. La pregunta ya no es si Morena puede ganar Querétaro en 2027, sino quién podrá detenerlo con un relato más sólido, más esperanzador, más creíble.

Epílogo

Quien se lanza al combate sin conocer la disposición del enemigo ni el estado de su propio ejército, no está librando una guerra: está cavando su propia trinchera. La política queretana no está en calma. Se juega bajo fuego. Mauricio Kuri ha movido ficha, pero sin leer el tablero. No ha calculado la posición del adversario, ni la fragilidad de su propio bando. Ha encendido una guerra sin tener con qué sostenerla.

Es imposible asegurar un resultado en el 2027, pero con su grito, Kuri parece más dispuesto a entregar Querétaro que a defenderlo. Bienvenidos a los juegos del hambre político. Querétaro 2027.

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